Web oficial del salón: http://www.vinetasdesdeoatlantico.com/
Biografía del ilustrador José Ramón Sánchez: http://www.vinetasdesdeoatlantico.com/jose-ramon-sanchez/
El ilustrador José Ramón Sánchez, de 82 años, intervino el 9 de agosto en el salón de cómic de Viñetas desde o Atlántico 2018 en el Kiosko Alfonso de A Coruña.
El dibujante hizo la proeza de terminar un album de comic de la novela Moby Dick (de Neville) en 9 meses, trabajando 3 horas diarias a sus 82 años. Preguntó el público si preparaba un nuevo cómic y José Ramón Sánchez respondió que "con más de 80 años no voy a empezar ningún nuevo oficio, a esta edad vivo al día". La obra Moby Dick es sobrecogedora, dibujada a tinta china, hay escenas de doble página en las que los marinos intentan capturar la ballena o el rostro siniestro del capitán Ahab.
El sector del cómic lo acogió como uno más. El pensó que era un intruso en el mundo del cómic pero todos lo consideraron un "retornado", que el veterano había vuelto, nadie sabía donde se había metido todos esos años. Él contó que trabajó en encargos desde Santander y que solo salía en entrevistas de la prensa local de Cantabria.
Contó que llegó a trabajar 14 horas diarias para cumplir encargos, luego bajó a 12, luego a siete, y tras darle un ictus, redujo a tres y, aún así, terminó el album en 9 meses. "Tenía miedo de morirme antes y por eso lo hice rápido", cuenta. Tan rápido que ni siquiera metió globos de texto. Dibujó 642 viñetas sin globos ni bocadillos y se las dio a un amigo para que él metiese los textos. La historia encajó salvo algunas viñetas que tuvieron que cambiar de lugar. Cuenta que en su época de trabajar 12 horas le daba tiempo a salir a tomar algo con sus amigos y en la de siete, trabajaba por las mañanas, una hora y media por la tarde, y se iba a pasear y tomar algo. Le gustaba debatir y discutir con sus colegas.
El autor rememoró su paso por el concurso televisivo "Un, dos, tres, responda otra vez" en los años 70. El primer día le encargaron dibujar a Fleming, Isaac Peral, y otros inventores, y Mayra Gómez Kent le preguntó qué estaba haciendo. Él se salió de cámara y se puso a contar la historia de cada inventor, por lo que al terminar la grabación del concurso lo llamó el director para tener una charla. Cuenta que lo llevaron a un psicólogo de la tele y tras ponerle un casco le diagnosticó que él sabía hacer dos cosas a la vez. Pensó que lo iban a echar. Poco a poco, ganó su propio espacio televisivo en el que enseñaba a los niños cosas de pintores y literatura.
Con la llegada de la democracia y la Transición, el PSOE le encargó un cartel de una asamblea de todas las fuerzas de izquierda para apoyar la democracia. El encargo vino porque Javier Solana era vecino de un amigo suyo. Al entregar el cartel, de tono muy infantil y positivo, Solana se lo llevó a Guerra y González y estos dijeron que era muy atrevido pero Guerra sugirió que ellos buscaban el cambio y ese cártel era el primero que plasmaba el cambio. Se colgaron 50.000 carteles con su dibujo y la asamblea reunió a un millón de demócratas en un pabellón de Madrid.
En años posteriores, hizo otros encargos y recuerda que una máxima suya es que hay que ser serio con las editoriales y cumplir los encargos en las fechas previstas. Alguien añadió que en una ilustración de la biblia, un pintor hizo seis óleos en un año y él 80 en el mismo tiempo. Recalca que los encargos caen con frecuencia, que es de lo que viven los ilustradores y que luego puede no haber más, y que hay que cumplir los plazos como sea. El mundo editorial es así.
También contó anécdotas como que un día rompió con sus socios a la hora de la comida y esa noche ya estaban cenando para celebrar la reconciliación. En eso se basaba la amistad.
Sobre sus autores preferidos, cuenta que en su primera época se inspiró en Walt Disney, al que definió como un genio al que no le perdonaron su éxito, luego se guió por Velázquez (con las cabezas grandes respecto al cuerpo) y que en la última tuvo en cuenta a Van Goth (entre el público hubo una discusión sobre la película biográfica que narra cómo murió el pintor, si accidentalmente o de un tiro; él dijo que eso no era lo importante sino la obra que dejó y que anticipó el expresionismo).
Otra de las anécdotas que comentó José Ramón Sánchez fue su trabajo sobre 50 años de cine de Hollywood, donde recreó las escenas más emocionantes que recordaba. Al ver la exposición, que recibió miles de visitas, la directora de TVE Pilar Miró le encargó hacer la exposición de 50 años de cine español. El autor aceptó el trabajo pero advirtió que el cine español era ante todo tragicómico, representado por Bienvenido Mister Marshall. El resultado fue el esperado: ilustraciones sombrías producto de un cine triste, solo edulcorado por algunos personajes cómicos y granujas. El autor cuenta que la exposición del cine español resultó un fracaso de público. La razón era bien sencilla: al igual que el resto de los espectadores, el cine americano comercial emociona al público y el español, no.
Otra de las anécdotas que comentó José Ramón Sánchez fue su trabajo sobre 50 años de cine de Hollywood, donde recreó las escenas más emocionantes que recordaba. Al ver la exposición, que recibió miles de visitas, la directora de TVE Pilar Miró le encargó hacer la exposición de 50 años de cine español. El autor aceptó el trabajo pero advirtió que el cine español era ante todo tragicómico, representado por Bienvenido Mister Marshall. El resultado fue el esperado: ilustraciones sombrías producto de un cine triste, solo edulcorado por algunos personajes cómicos y granujas. El autor cuenta que la exposición del cine español resultó un fracaso de público. La razón era bien sencilla: al igual que el resto de los espectadores, el cine americano comercial emociona al público y el español, no.
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